Por Ivan Vitta.
En estas efemérides siempre se pone de moda la cuestión de la vigencia o no del pensamiento de Marx. Al respecto, quiero hacer una breve reflexión sobre un tópico muy particular: el Estado.
En las últimas décadas se convirtió en un lugar común afirmar que Marx no tenía una teoría de la política y el Estado. Quienes así piensan, parten de la base de que la realidad social está dividida en compartimientos separados: la economía, la política, la cultura, etc. El pensamiento de Marx claramente discurre por otros carriles: el conjunto de su teoría es una teoría sobre la política, el Estado y la acción política de los trabajadores.
El concepto central de la teoría de Marx sobre el Estado y toda la política es su concepción sobre el Estado como un aparato de dominación de clase, el "comité de administración" general de la clase capitalista. De esta idea deriva la necesidad de destrucción del Estado capitalista y de su reemplazo por un aparato de dominación de los trabajadores sobre la burguesía, la dictadura del proletariado, como una forma de transición hacia la desaparición en general del Estado y el paso del "gobierno de los hombres" a la "administración de las cosas".
La cuestión del Estado se transformó en el problema político central del marxismo en el siglo XX. En la segunda mitad del siglo, el desarrollo del "Estado de Bienestar" en los países centrales del capitalismo, en particular en Europa, pareció contradecir la teoría de Marx sobre el Estado. El derrumbe político y creciente desprestigio del Estado burocrático estalinista, ilustrado en las invasiones de Hungría y Checoslovaquia, fue otra fuerza ideológica que empujaba hacia el abandono del concepto del Estado como aparato de dominación.
El eurocomunismo en el terreno político y los trabajos de Althusser y Poulantzas en lo teórico, más una lectura reformista del pensamiento de Gramsci, influenciada especialmente por la política del PCI, fueron el terreno fértil para dar por superadas las ideas sobre destrucción del Estado burgués, dualidad de poderes y dictadura del proletariado. En cambio, se proponía ir "radicalizando la democracia" por la vía de agregarle crecientes cuotas de participación popular al Estado burgués.
El triunfo global del capitalismo transnacionalizado vino, a la larga y aunque en un principio pareció confirmarlas, a refutar las teorías que propugnaban una transformación desde dentro del Estado capitalista. El desmantelamiento de los Estados de Bienestar, el arrasamiento de los derechos democráticos y la oligarquización de la política han vuelto a exhibir nuevamente la faz irrecuperablemente clasista del Estado capitalista, que -lo vemos a diario a raíz de la crisis capitalista- ha vuelto a convertirse en "comité de administración" de la clase burguesa.
Otro momento importante en el camino de abandono de la concepción de Marx sobre el Estado fue la consagración política por el PCUS de la "vía pacífica" como forma alternativa de transición al socialismo, rápidamente adoptada por importantes PC del mundo. Claro que, siguiendo el ritual propio del movimiento comunista, tal abandono fue presentado como "desarrollo de las teorías de Marx". Una frase de por aquí y otra de más allá sirvieron de patchwork teórico para construir el sustento "ideológico" de la vía pacífica.
En este 129° aniversario de la muerte de Marx, su teoría del Estado vuelve a gozar de buena salud.
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