sábado, 12 de mayo de 2012

La nueva expresión: la subversión cultural.


La nueva expresión: la subversión cultural.
Por Pablo Orellana



Indudablemente los grandes episodios de cambio social y rebeliones van acompañados de profundas transformaciones en la cultura, las que paulatinamente van marcando hitos de relevancia. En ocasiones se anteceden a los hechos y los continúan en representaciones a lo largo de la historia. Tal es el caso de las grandes movilizaciones en chile por la educación. 

La magnifica trascendencia del acervo transformador de los jóvenes  posee un valor de imponentes perspectivas. Los ejemplos en el tiempo son numerosos. Ya en 1842 nace la Sociedad Literaria que fomentaba la nueva creación y rechazaba de plano los modelos literarios foráneos. Luego en 1850 a la par de las barricadas que encendían y caldeaban el ánimo de un silencioso Santiago, se organizaba la Sociedad de la Igualdad con Santiago Arcos y Francisco Bilbao a la cabeza, icono del radicalismo liberal que combatió a los gobiernos conservadores y autoritarios clamando por la instauración de una democracia plena y, no reparando en lo paciente,  en la unidad de los pueblos latinoamericanos contra la amenaza imperialista; ese es el aporte del llamado apóstol de la libertad. Más de medio siglo pasaría para que florecieran en plena pampa salitrera los teatros obreros, las filarmónicas, los coros y la prensa obrera. Con Recabarren al frente, nunca se consideró la maduración de la lucha reivindicativa del proletariado chileno sin el soporte del arte, la cultura y la prensa. Muy interesante e ilustrativo es el caso de la Lira Popular, en cuyas páginas de algunas impresiones sueltas se difundían creaciones de poetas populares, payadores o leyendas y refranes de la época transcurrida entre 1866 y 1930, donde las décimas y romances o cantos a lo humano y lo divino se posicionaban como autenticas creaciones nacionales.

Pero es inexcusable detenerse un momento en hablar de un importante periodo creativo, quizás uno de los más fascinantes de nuestra historia en la cultura y el arte. Podríamos partir del momento en que la adolorida España -la Republica más bien- se refugiaba en el corazón de America, el momento en que gracias al valeroso aporte de Neruda nuestra patria recibiera una importante cuota de refugiados, entre ellos algunos de los más notables artistas e intelectuales que haya acogido Chile entre los suyos. Era la tiempo del Frente Popular con Pedro Aguirre Cerda, Don “Tinto”, en la moneda, el tiempo donde el lema “gobernar es educar” coronaba al estado docente. La educación era la preocupación primera del estado. Ciertamente era otro tiempo.

De este periodo es la Generación del 38. Ellos rompieron la rutina estética reinante hasta el momento con innovadoras ideas marcadas por un fuerte sentido crítico hacia la dura realidad de los sectores populares, tomando parte en sus reivindicaciones. El nacimiento del Teatro Experimental de la Universidad de Chile data del 41 con Pedro de la Barra, Rubén Sotoconil, Roberto Parada, María Maluenda, Bélgica Castro, Pedro Orthous, Chela Álvarez y un largo etcétera que nutre la lista de fundadores, hace que exista un antes y un después en el teatro nacional con esta sorprendente creación de jóvenes estudiantes del Pedagógico de entonces. El mismo año, el siete de enero, ofrece su primer concierto en el Teatro Municipal de Santiago la Orquesta Sinfónica bajo la batuta del maestro Armando Carvajal y exactamente nueve meses mas tarde, como si se tratase de un nacimiento, se funda la escuela de danza que estrenó con éxito una adaptación coreográfica de “Coppelia” en 1945, con Patricio Bunster como primer bailarín, y se oficializa con el nombre de Ballet Nacional. Subrayemos que todos los nombres mencionados fueron mujeres y hombres notablemente destacados no solo en el arte, sino también como gente de profunda sensibilidad social, muchos de ellos militantes de izquierda, sin duda cimentadores de las grandes reformas universitarias de un par de décadas más tarde.

Daría para largo referirse a los muchos acontecimientos de este tipo en el siglo pasado, como los que se refieren al muralismo, la nueva canción chilena, al arte bajo la dictadura y otro largo etcétera. Esperamos poder abordar esto en otro momento. La tesis planteada al principio que asocia la abundancia e innovación creadora junto a una atmosfera de transformaciones en el campo social y político, parece no ser ligera. Las calles de nuestro país -como un inmenso escenario- se nutren de alegría y arte renovador, sostén de una rebeldía audaz a ojos del multitudinario público. Y son millares las creaciones de distinto tipo y en todas las expresiones –a través de Internet y otros medios- que se reparten por el mundo denunciando la injusticia del modelo educacional chileno y un poco más. Hacia este debate apunta el titulo que hemos otorgado a este texto: vivimos hoy una formidable subversión cultural.

“Que se vayan los viejos y que venga juventud  limpia y fuerte, con los ojos iluminados de entusiasmo y de esperanza” sentenció Vicente Huidobro en agosto del 25, tiene gran sentido crítico, pero las nuevas generaciones no desprecian del todo los buenos intentos del pasado. La proliferación en el arte es una potente trinchera, esta misma publicación es parte de ello, y nos alegramos que en Chile la cultura esté adquiriendo una nueva expresión.

¡Que comience el espectáculo!

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