Resulta peligroso confundir gobierno y poder. Llegar al gobierno no
significa llegar al Poder. El Estado Burgués cuenta con instituciones
represivas permanentes (que no cambian con un gobierno de derecha o de
izquierda, liberal o socialista). Esas instituciones no están sujetas a
votación. Sirven para garantizar el “orden normal” de la sociedad capitalista y
la dominación de la burguesía: el Ejército, la Fuerza Aérea, la Marina, las
diversas policías, los servicios de inteligencia, los jueces, los tribunales,
las cárceles.
En el mejor de los casos el pueblo puede votar un gobierno (incluso de
izquierda y socialista), un presidente, diputados y senadores. Pero el pueblo
jamás vota si debe existir o no un Ejército, servicios de inteligencia,
cárceles, tribunales o policía. ¡Eso no se vota! ¡Eso no esta sujeto a elección
alguna! Son instituciones permanentes para la dominación que cuentan con miles
y miles de profesionales entrenados para ejercer la violencia.
¿Cómo identificar la dominación?
El contenido de clase del Estado, permanente y no sujeto a votación, se
ejerce a través de diversas formas políticas. Excepto en una dictadura abierta,
por lo general el Estado Burgués no muestra abiertamente sus colmillos. Se
disfraza de cordero. Habiendo aprendido de la victoriosa Revolución burguesa de
1789, habla en nombre de la “patria” y de “todos los ciudadanos”, nunca de los
empresarios y banqueros que realmente defiende. Si el Estado burgués logra ser
eficaz, nunca defiende a un patrón
individual, sino a los intereses de la burguesía en su conjunto. Marx señala en
El Manifiesto Comunista que: “el
Estado no es mas que una junta de negocios comunes
de la burguesía moderna”. Cuanto más “comunes” son los negocios que defiende,
menos necesita de la violencia de sus instituciones represivas que, en ese
caso, se mantienen latentes (como amenazas).
La dominación específicamente moderna supera las imperfecciones de un
monarca absolutista o una dictadura militar. Cuanto más genérica y
despersonalizada es la dominación,
cuanto más anónima y universal,
tanto más difícil resulta resistirse a ella. Comprender que Pinochet o
Hitler son los máximos dictadores al servicio de los capitalistas resulta mucho
más fácil que identificar el contenido de clase de un Estado burgués
republicano “normal”. Pensando en esa dificultad, Marx y Engels afirman en El Manifiesto que: “la burguesía, después del establecimiento de la gran industria y el
mercado universal, conquistó finalmente la hegemonía exclusiva del poder político en el Estado representativo moderno”
Texto extraído de “Marxismo para principiantes”, Longseller, pp. 54-55.
Néstor Kohan y Pier Brito.
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