Por Guillermo Rodríguez M, "El Ronco". Tomado de su blog personal Almanaque Negro.
Los pasados 3 y 4 de Octubre, estuvimos como Revista en la Feria de Revistas y Publicaciones realizada paralelamente al Encuentro de Organizaciones Sociales: Territorio Abierto, Manifestaciones de un pueblo organizado. Actividad realizada en Humanidades UC. A continuación, adjuntamos la presentación del compañero "Ronco" en la mesa inaugural de dicho encuentro.
Buenos días compañeras y
compañeros.
Quiero agradecer la invitación a esta actividad y
vuestra presencia, felicitando a los organizadores por esta iniciativa, aun
cuando el tema que nos proponen abordar, “Pueblo organizado, historia y
perspectiva” es muy amplio para el escaso tiempo asignado, por lo que
trataremos de instalar algunas ideas centrales para desarrollarlas
posteriormente en el debate.
El primer concepto a instalar es que los
fenómenos que se presentan en la lucha de clases no devienen
exclusivamente del mundo de las ideas, ni se puede pretender un análisis de
coyuntura, exclusivamente basado en los movimientos y corrientes ideológicas y
políticas existentes en la sociedad. Hace demasiado tiempo ya que
está descrito que son las condiciones materiales y las relaciones
sociales de producción que establecen los seres humanos, la lucha de clases en
su más cruda expresión, la lucha por los intereses concretos de cada clase, los
que mueven la humanidad. Es en la defensa de sus intereses concretos en que se
articulan propuestas, ideas, corrientes políticas, acciones, que no nacen de la
nada ni exclusivamente del cerebro de los seres humanos, sino que, corresponden
como ya ha sido señalado, a la expresión en la esfera de la superestructura
política e ideológica de la sociedad de los fenómenos que ocurren en su
actividad principal como comunidad: la económica.
En segundo lugar, señalar, también como critica a la
liviandad y carencia de rigor que encontramos en algunos análisis, que las
categorías de análisis, los conceptos que solemos usar, no son la
“realidad”. Son abstracciones construidas en el plano de las ideas a
partir de la realidad, del proceso de establecer fenómenos y leyes que rigen,
condicionan o determinan fenómenos en las relaciones que establecen los seres
humanos, por tanto, al ser estos partes de un movimiento constante y continuo,
que se corresponden a momentos de la historia, dichas categorías no son ni
verdades eternas, ni inmutables, ni menos “objetos reales”. Son categorías de
análisis que requieren de ser estudiados y entendidos en su contexto, en su
especificidad, como diría Marx, análisis concreto, de lo particular a lo
general. Categorías de análisis por tanto que tienen un significado concreto y
no el que arbitrariamente se le ocurre al analista respecto a los significantes
por ejemplo de relaciones de producción, clases sociales, proletariado, etc,
etc,.
Lo señalo porque que también la contrarrevolución
burguesa que hemos vivido en Chile, ha llegado al punto de influir
ideológicamente de tal manera, que muchos que se dicen marxistas o
comunistas, negando todo el avance en las ciencias sociales, contrabandean
ideas, categorías de análisis, conceptos de modo tal que se instalan
visiones de un marxismo vulgar, del post modernismo y otras yerbas, que nos retrotraen
a las luchas ideológicas sostenidas hace ya un par de siglos ante corrientes
ideológicas que en su época fueron derrotadas.
En tercer lugar, quisiera señalar que al igual que
en otras sociedades capitalistas, Chile con sus de 40 años de contrarrevolución
triunfante, tiene una economía capitalista madura respecto a otras del
continente, economía inserta en una economía mundo como proveedora de materias
primas principalmente; siendo su principal contradicción la que establece la
burguesía propietaria de los medios de producción y detentora del poder en todo
sus aspectos, aliada de sus similares en el terreno internacional, versus el
proletariado, entendido este como los que no poseen medios de producción y se
ven obligados a vender su fuerza de trabajo para subsistir. Vale decir, la
contradicción principal de la sociedad es capital versus trabajo y no las
pócimas que se venden en el mercado electoral, del populismo o del reformismo.
Sin embargo, al señalar esto de la contradicción
principal, asumimos también que existen números otras contradicciones, así como
otros procesos productivos integrados y subordinados al principal ya
señalado.
Contradicciones generadas por las propias leyes que
rigen el desarrollo de las economías capitalistas como la tendencia a la
concentración y monopolización del capital que deviene en la lucha constante
entre los grupos y conglomerados económicos a escala mundial, regional y local,
las contradicciones entre el capital monopólico y financiero respecto a otros
capitales de carácter productivo, así como las contradicciones que existen en
el propio seno de las clases y capas sociales dominadas como por ejemplo entre
un obrero de la gran minería del cobre que tiene un ingreso y condiciones de
vida muy superiores a un obrero agrícola temporero, o las contradicciones
especificas respecto al dominio patriarcal sobre las mujeres, sobre los pueblos
originarios, el campesinado u otros.
El Estado construido por las clases dominantes,
tiene por misión principal preservar y reproducir el dominio que tiene la
burguesía sobre el resto de las clases, generando un conjunto de instrumentos
para establecer este dominio por el consenso a partir de la instalación,
hegemonía y reproducción de su ideología para presentar y establecer como
normal y únicas posibles las relaciones de producción y formas de vida que
propone, contando con multitud de aparatos para tal efecto, entre otros los
medios de comunicación, radio, tv, instrumentos para reproducir su cultura, su
arte, su música, sus escuelas, universidades, etc.
Estado que tiene al mismo tiempo los instrumentos
para contener, controlar y reprimir a quienes pretendan subvertir o
revolucionar el orden establecido por ellos, instrumento de dominación que
instala la violencia y el uso de las armas como patrimonio exclusivo de ellos
desarrollando en la actualidad un verdadero Estado Contrainsurgente con
distintos tipos de fuerzas de inteligencia, fuerzas armadas, cárceles, sistemas
jurídicos y judiciales, operaciones sobre los territorios y espacios sociales
como la ocupación del territorio mapuche, el soplonaje, los montajes
judiciales, la criminalización de los movimientos sociales, la represión
directa sobre las movilizaciones de masas, todo ello, tendiente en ultimo
termino, a mantener su dominación. Pero no solo ese rol cumple el Estado.
También el Estado es el espacio donde la burguesía
dirime sus contradicciones. El ejercicio, pretendidamente democrático de
elecciones, de la existencia de un Parlamento, de senadores y diputas (ahora
incluido los Cores) son el espacio donde ellos dirimen sus contradicciones,
establecen acuerdos, se constituyen como parte del bloque en el poder, en el
que se incluyen por cierto las asociaciones patronales, los espacios más
privados donde negocian y que en algún memento han sido reconocido como los
verdaderos poderes facticos de este país.
Dicho de otro modo, es en la vida cotidiana, en el
conjunto de acciones que diariamente realizamos en cada momento, en que se
verifica la explotación y dominación de las clases dominantes: al pagar un
arriendo de casa o un subsidio alimentamos al que vive de las rentas, al
comprar en el supermercado o en el almacén a las cadenas de lo que hoy se
denomina retail, al trabajar en cualquier lugar nos extraen la plusvalía, al
transportarnos en un vehículo de cualquier tipo a los grupos que controlan la
energía, al consumir energía eléctrica, al mandar a nuestros hijos a la escuela
para que aprendan las ideas y visión de mundo de la burguesía, en fin, en todas
las actividades de la vida misma está presente la dominación, incluido por
supuesto la cultura hedonista e individualista, y los grandes logros
ideológicos de los poderosos: el individualismo, el sálvate solo y la
insolidaridad.
Los dominados, el conjunto de clases y capas
sociales, al contrario de la burguesía, no solo no tienen conciencia de esta
dominación y la amplitud y profundidad de esta. Es condición esencial para la
dominación mantenerlos dominados ideológicamente y que no tengan conciencia de
la dominación a que son sometidos. Por ello los enormes esfuerzos de la
burguesía para mantener el sueño embrutecedor a que son sometidos, las
estériles esperanzas de que pueden ascender en la escala social de manera
individual y sobre todo el trabajo de dividirlos, fragmentarlos, convertirlos en
sujetos individuales que no se reconozcan y una verdadera subdivisión de
funciones en el trabajo y en los oficios: yo soy empleado, no obrero, yo soy
obrero de plata no subcontratado, yo soy profesional no técnico, yo soy de
planta, tu eres Cuma, eres “sopaipilla”, eres temporero, eres flaite, y en el
paroxismo de la fragmentación, eres “madre de la U”, “monja de la UC” o “indio
colocolino”. Dividir para reinar, fragmentar. Atomizar.
La historia de Chile es también la historia del
desarrollo de los explotados y dominados en cuanto a su conciencia, al
desarrollo de sus organizaciones, al desarrollo de sus formas de lucha y de su
maduración política. De las mutuales para comprar un ataúd para un entierro
digno, la caja y paquete de comida para las huelgas, a las mancomunales para
luchar por mejoras salariales, del sindicato a las confederaciones, de la lucha
reivindicativa a la magnífica CUT de Clotario Blest que define que no se trata
de pelear por chauchas más o menos sino por derribar al capitalismo. Maduración
que tiene que ver con el paso de las peticiones, reclamos a la huelga legal, a
la huelga ilegal hasta llegar en innumerables veces al Paro Nacional, y en el
periodo pre revolucionario de fines de los 60 y principio de los 70 a las tomas
de terreno, fabricas, fundos, escuelas, universidades, comunas completas y al
surgimiento de un programa político revolucionario para las masas de control
obrero, de Poder Popular.
Es también la historia de las ideas políticas en el
seno de los explotados: el asistencialismo inicia, las luchas reivindicativas
buscando reformas dentro del Estado, la existencia y desarrollo de corrientes
socialdemócratas que políticamente pensaban que era posible luchar por
transformaciones revolucionarias en el marco de la legalidad burguesa
pretendiendo que en Chile existía una burguesía progresista y unas FFAA
atípicas que no defenderían el estado burgués. Y por cierto el desarrollo del
marxismo revolucionario que plateara claramente la lucha por el poder político
y la necesidad de acumular fuerzas sociales, políticas y militares para
derribar el sistema.
La historia de la clase obrera, de las
organizaciones populares, no es la epopeya lineal, siempre ascendente que se
quiere mostrar. Está llena de contradicciones, de avances y de retrocesos, de
lucha ideológica permanente en su seno de diversas concepciones: gremialistas,
social cristiana, asistencialistas, socialistas utópicas, anarquistas,
comunistas de diversas vertientes.
Claramente las propuestas políticas de las diversas
organizaciones que actúan en su seno han desarrollado concepciones
organizativas y formas luchas concordantes con sus objetivos políticos. Por
ello, las organizaciones sociales, en general, o movimiento de masas en general
es una abstracción que abarca todo tipo de organizaciones y formas de lucha,
desde las naturales o legales, aceptadas por el sistema político imperante,
pasando por las organizaciones de facto, que no son reconocidas por la
institucionalidad, hasta llegar a las organizaciones ilegales de masas, las que
se generan para luchar contra la institucionalidad o al margen de ella, como lo
han sido las numerosas organizaciones germinadas para dirigir luchas de masa y
acciones directas, tales como paros, comandos, tomas de terrenos, de fundo, de
fabricas, coordinadoras comunales, cordones industriales y otras formas de
expresión de poder popular.
A propósito de los 40 años de contrarrevolución en
Chile, desde las clases dominantes, la socialdemocracia y el reformismo, se
trato majaderamente de instalar la “historia oficial” de la violación de un
Estado democrático y republicano de parte de “militares traidores” que
reaccionaban ante los excesos de los ultraizquierdistas que sobrepasaban a
Allende, lectura que no solo niega la historia chilena llena de masacres,
de alzamientos y revueltas insurgentes desde el campo popular, sino que esconde
el verdadero carácter de la lucha de clases, bajo un proceso de alza del
movimiento de masas que venía ya madurando su determinación de luchar por
transformaciones revolucionarias de la sociedad en momentos de aguda crisis
económica, social y política.
Bajo esa lectura se niega el rol de una importante
franja de obreros, campesinos y pobladores, de sectores políticos de la propia
Unidad Popular que fueron capaces de levantar una línea política y de
construcción de organizaciones para luchar por el Poder.
Recién ahora es vox populi y ampliamente reconocido
que Allende iba a llamar a plebiscito y a someterse a sus resultados el día 14
de septiembre, información que tenían todo los dirigentes políticos de la
época, incluido los militares y por supuesto las organizaciones patronales.
Ahora se entiende entonces el sentido global del golpe de Estado: reconvertir
absolutamente el sistema económico y político del país y sobretodo, castigar y
aterrorizar a las masas para que nunca más volvieran a platearse la lucha por
el poder.
La contrarrevolución chilena, los años de la
concertación posterior, transformaron aspectos importantes del modelo económico
y en su labor represiva y criminal, lograron derrotar varias veces los intentos
revolucionarios de construir una alternativa revolucionaria de lucha por el
poder. A la par, profundizaron su dominio ideológico, atomizaron al movimiento
popular desarticulándolo y principalmente lograron recuperar un amplio dominio
ideológico de las masas, haciéndolas retroceder a los grados más
profundos de individualismo, temor e incapacidad de levantar un proyecto
propio. Durante los últimos dos decenios se vienen recuperando lentamente
grados de organización, de articulación, de formas de lucha, de conciencia
política tras haber pasado periodos completos de claudicación en lo ideológico,
negación del marxismo, de la necesidad de organización, de partido
revolucionario instalándose concepciones espontaneistas, y sobre todo la
idea central de la imposibilidad de luchar revolucionariamente por transformar
la sociedad aceptando el marco y la institucionalidad de los poderosos como
único camino para organizarse, acumular fuerzas y luchar por un proyecto propio.
No han sido en vano los esfuerzos por mantener y
levantar las concepciones revolucionarias. Volvamos al inicio donde señalábamos
que los procesos de lucha de clases, tienen como telón de fondo las condiciones
materiales y las relaciones de producción. Lo que ha venido ocurriendo en Chile
en los últimos años es el agotamiento del modelo económico impulsado por la
contrarrevolución y particularmente en desfase cada vez más claro entre la
imagen de sociedad de oportunidades que se presenta y la realidad concreta lo
que termina por provocar lentamente el cuestionamiento a pilares esenciales del
Estado.
De una parte está la propia lucha inter burguesa (de
concentración de capitales, mantención de las tasas de ganancia y derrota a los
competidores) que ha llevado a la propia burguesía a vulnerar “su legalidad” y
sus mecanismos impuestos. Son centenares los ejemplos donde los “consumidores”
son vulnerados en sus derechos (usando sus propios conceptos) desde los cobros
abusivos, las “colusiones”, las estafas en las ofertas educativas, los
altos niveles de endeudamiento vía crédito y dinero plástico. De otra parte el
debilitamiento progresivo de las “inmaculadas” instituciones socavadas por
decenas de escándalos como los de la iglesia, universidades y carreras
fantasmas, los perdonazos a gigantescas deudas desde el Estado, el
Transantiago, las ventas de inmuebles inhabitables, el descredito de las
instituciones políticas como municipio, parlamento, el rol de las instancias
del Estado en el robo de aguas, en los permisos de construcción , etc, etc, han
ido debilitando la confianza de las masas, sobretodo pequeñoburguesas en el
sistema. Desde allí entonces surge una fuerza social que lucha por sus derechos
ciudadanos, no por la transformación revolucionarias de la sociedad, sino
por mejorar sus condiciones de inserción en el modelo, así por ejemplo se
explica el surgimiento de corrientes en el mundo estudiantil que luchan
limitadamente por crédito, por mayor control, por mejorar en definitiva el
sistema.
De otra parte está la burguesía que presionada
también por la competencia nacional e internacional, requiere de incrementar
sus ganancias e incrementar sus operaciones. Este sector enfrenta los problemas
de energía, de incrementar su capacidad de extracción (sobre todo los megos
proyectos mineros) o de racionalizar y concentrar sus procesos productivos.
Este sector es el que choca frontalmente en sus intentos con los interese
inmediatos de comunidades completas que son empujadas a luchar simplemente
porque sus condiciones de sobrevida son gravemente afectadas: son esto sectores
sociales que combinan lucha de acciones directas en algunos casos con recursos
legales y hasta entradas puntuales a los escenarios electorales, en pos de sus
intereses inmediatos. Freirina, Aysen, Calama, Chiloe, entre otras expresan
luchas radicales igual que las comunidades que pelean contra la usurpación de
las aguas, o las organizaciones de estudiantes que no luchan por el tema del
crédito, sino que cuestionan de fondo la educación de mercado, el tipo de
educación entregada, particularmente estudiantes secundarios de las periferias
de las ciudades que ven muy poco probable o casi inexistente sus posibilidades
de estudios superiores.
Y es precisamente en estos sectores que se verifica
la recuperación de un tipo de organización transversal, de carácter
territorial, que da cuenta de un proceso ya vivido en la etapa pre
revolucionaria: la superación del individuo asumido como parte de una sola
contradicción. Me explico: el habitante de un territorio no solo se asume como
“trabajador” como explotado en el proceso productivo, se asume también como
poblador del territorio que requiere de agua, de transporte, de vivienda, de
energía, es decir, potencialmente comienza a develarse la totalidad del sistema
frente a sus ojos, y al mismo tiempo se devela el carácter de las instituciones
del Estado frente a él: el rol del parlamento, de Justicia, de Contraloría, de
la Prensa, etc., etc. Por ello es que la Asamblea Territorial, la línea de
Construcción de órganos de Poder Popular es una línea coherente con cualquiera
estrategia que se platee la lucha por el poder y no solo por las reformas
dentro del Estado Burgués.
No solo porque por su carácter de Asamblea impide el
control burocrático y manipulación desde los aparatos políticos que pretenden
montarse sobre sus luchas en post de sus afanes de inclusión en el sistema
político, sino porque por esencia estas organizaciones surgen para luchar, para
enfrentar al poder so pena de burocratizarse, perder fuerzas y finalmente
diluirse como organización.
Hablamos en definitiva de organizaciones
territoriales que tengan realmente “ropa social” que no sean solo dirigentes y
activistas de los colectivos u orgánicas que se asumen como revolucionarias.
No se trata de organizaciones, asambleas o
coordinadoras paridas a la fuerza, que logran articulan espacios culturales,
artísticos, talleres, colectivos o similares. Hablamos de espacios más
transversales que ya comienzan a generarse donde se verifica la unidad social y
no solo la unidad política de los convencidos.
Durante los últimos años se ha venido dando un alza
de la lucha de las masas en un movimiento general heterogéneo, donde han ido
confluyendo los distintos sectores descritos anteriormente, proceso acompañado
por una creciente deslegitimación del sistema político. La clase obrera y los
trabajadores ha estado presente puntualmente con un perfil de lucha
estrictamente reivindicativo, siendo destacada la paralización nacional
realizada por portuarios donde la solidaridad con un sector fue sorprendente y
esperanzadora. En los últimos meses hemos asistido a numerosos conflictos y
huelgas parciales, entre otros correos, servicios, siendo evidente el
compromiso de la mayoría de dirigentes con el sistema político actual, lo que
no niega el esfuerzo de diversos compañeros por levantar una política clasista
y de carácter más autónomo que aun no rinde sus frutos, principalmente por la
precariedad del trabajo, las leyes laborales, la subcontratación y otros
mecanismos que han debilitado profundamente a esta fuerza llamada a tener mayor
protagonismo en el escenario de la lucha de clases nacional.
En esta misma perspectiva, debemos destacar la lucha
del pueblo mapuche, la agudización del conflicto, la verdadera ocupación
militar que se vive en la zona, los grados de altísima represión y la capacidad
que aun existe de mantener organizaciones, de continuar la lucha, a pesar de
las condiciones y de las divergencias internas y disputas existentes, que al
igual que el proceso general de dispersión de la izquierda revolucionaria,
requiere de ser superado para poder elevar sus capacidades.
La perspectiva general que enfrentaran las
organizaciones sociales y territoriales, a corto plazo estará marcada por una
relativa estabilidad y relegitimación del sistema político, producto del
esfuerzo de las clases dominantes y del bloque político en el poder para
desviar las diversas luchas hacia las canaletas de la institucionalidad.
Relativa estabilidad porque a pesar de todos sus esfuerzos, aun en pleno
periodo de campañas electorales, han seguido verificando diversas
movilizaciones, lo que augura un amplio despliegue post electoral para frenar,
contener y desviar el ascenso de las luchas.
Sin embargo, la dispersión de la izquierda
revolucionaria será un factor trascendente a corto y mediano plazo. Sin lograr
reivindicaciones concretas, las fuerzas se desgastan a menos que tengan clara
una táctica y una línea estratégica clara.
La lucha callejera y las acciones directas de masas
no se sostendrán sino a condición que se articule una visión de táctica común
para el periodo, que vaya más allá de las meras consignas generales de lucha,
poder popular, o similares.
La matriz de agitadores, de propagandistas, de
muchas declaraciones y actos rituales ya ha llegado a un techo que requiere de
militantes comprometidos con los procesos de construcción de fuerza social y
política. No sirve mucho el militante “facebook” que solo informa y
cliquea.
Las fuerzas que se estancan, que no luchan, tienden
a descomponerse y a entrar en contradicciones internas. Por ello es que muchas
trabajos asistencialistas, de solidaridad, de mucha dispersión en actos,
talleres, y similares tienden a burocratizarse, a convertirse en forma de vida
cultural más que destacamento social en lucha.
Nadie hará las tareas que solo nosotros tenemos que
hacer.
Es la hora de comenzar a templar los instrumentos
que lograran el cambio cualitativo en la lucha de clases: el Partido y los
militantes revolucionarios que reinstalen a la izquierda revolucionaria con un
proyecto claro ante las masas.
Finalmente, recordando que el mes de Octubre
suele vestirse de luto pero tiene alma de combate, señalar que continuara la
lucha es nuestro única elección y mejor homenaje a Miguel Enríquez,
a Ernesto Guevara, a Raul Pellegrin, a Cecilia Magni Victor Zuñiga, José
Miguel Martinez “Palito” por señalar algunos de nuestros verdaderos faros.
Construyendo fuerzas para derribar el régimen de los
patrones, la lucha continua.
Gracias compañeras y compañeros.
Guillermo Rodríguez M
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