Por Renato Vélez
El 6 de mayo pasado la victoria de Francois Hollande hizo noticia en todo el mundo. Francia da un giro a la socialdemocracia. A pesar de la derrota del reaccionario Sarkozy, que junto a la canciller alemana Ángela Merkel han impuesto a los socios menores de la eurozona los grilletes del ajuste y la austeridad fiscal, es poco probable que las cosas cambien radicalmente con un Hollande en el poder. Sin embargo, ese mismo día tuvo lugar otro desarrollo cuyas consecuencias pueden ser significativamente más trascendentes para el futuro de Europa: las elecciones griegas.
El descontento de los ciudadanos griegos, tras cinco años de profunda crisis económica, puso fin a cuatro décadas de bipartidismo. Los conservadores de Nueva Democracia (19%) y los socialdemócratas del PASOK (13%) - los dos partidos tradicionales que han implementado sin piedad las medidas de austeridad exigidas por Bruselas, Berlín y París - obtuvieron los peores resultados en su historia y ni siquiera reuniendo sus fuerzas fueron capaces de formar gobierno. La gran sorpresa la dio la Coalición de la Izquierda Radical, SYRIZA, que obtuvo un 17%, posicionándose como la segunda fuerza más popular del país, detrás de los conservadores. Más atrás quedaron los socialdemócratas y los comunistas.
SYRIZA es una coalición de numerosas agrupaciones trotskistas, maoístas y ecologistas, y tiene por vocero a Alexis Tsipras, el líder político más joven y mejor valorado por la opinión pública helena. Tras las elecciones, Tsipras se negó a formar cualquier coalición con los partidos pro-austeridad y pro-rescate (ND y PASOK), señalando que hacerlo sería traicionar la voluntad del pueblo griego, que expresó su oposición mayoritaria ante las medidas que los han empobrecido. Puesto que fue imposible constituir un gobierno, se convocó a una nueva ronda de elecciones para el 17 de junio. Y en estas elecciones, SYRIZA se posiciona como vencedora. Los sondeos le otorgan entre un 20 y un 27%, lo que le permitiría obtener los 151 escaños necesarios para formar gobierno por sí sola o junto a una agrupación menor, puesto que Tsipras ha llamado en reiteradas ocasiones a la formación de un “frente de izquierdas” para combatir la crisis. De no ganar SYRIZA, el país se enfrentaría nuevamente a la ingobernabilidad, ya que difícilmente será posible que los partidos puedan gestar una coalición sin los radicales.
El programa de SYRIZA incluye, entre otras cosas, una reducción significativa del gasto militar (hay que tener presente que Grecia realizó importantes compras de armamento – tanques, aviones y buques de guerra – a Francia y Alemania, mientras estos mismos países demandaban recortes de gasto social en plena crisis); la retirada de Afganistán, el fin de cooperación militar con Israel y la retirada de la OTAN. También propone la eliminación de las fuerzas especiales y de los agentes infiltrados de la policía. Evidentemente, las medidas más conflictivas y que más preocupan a los eurócratas son las económicas. SYRIZA impugnará el plan de rescate del FMI y la UE, dará marcha atrás a las medidas de austeridad que han empobrecido a millones e investigará la deuda externa, desconociendo aquella de origen “ilegítimo”. La Unión Europea ha rechazado cualquier modificación del programa de rescate y ha amenazado a los griegos con expulsar al país de la moneda única, algo que la mayoría de la población no desea. En consecuencia, el pánico ha desatado una corrida bancaria y en los últimos días los helenos han retirado de cientos de millones de euros, dejando a los bancos al borde del colapso y un potencial “corralito” puede ser cuestión de semanas.
Sin embargo, la salida del euro puede ser la luz al final del túnel. Si bien en SYRIZA no lo han propuesto abiertamente, están conscientes de que puede ser la única salida. “Si quedarse en el euro significa la destrucción de Grecia, saldremos”, dijo la diputada de SYRIZA, Sofía Sakorafa. Regresar a la moneda única – con una fuerte devaluación – y declarar cesación de pagos sería un golpe muy duro para la economía griega, pero solo será temporal y le dará mayor margen de maniobra al gobierno para navegar por esas aguas turbulentas. Islandia da ejemplo de ello; tras declararse en bancarrota en 2009, comenzó una sostenida recuperación y espera triplicar su crecimiento durante este año. Grecia, por otro lado, lleva cuatro años en depresión y de seguir el camino del ajuste, el sufrimiento podría prologarse durante una década.
Los verdaderos perjudicados en un eventual escape griego del euro (o “Grexit”) son los eurócratas y sus esbirros. Bancos alemanes y franceses sufrirían importantes pérdidas por su exposición a la deuda griega, el euro se vería sometido a un ataque especulativo, y España e Italia serán los próximos dominós en caer. Tanto España como Italia tienen sus respectivos sistemas bancarios al borde del colapso y los niveles de deuda pública y privada son tan grandes que no existe manera de implementar un rescate. La situación es insostenible, tanto económica como socialmente y podría desatarse un estallido sin precedentes, con ambos gobiernos implementando leyes para criminalizar las protestas e incluso considerando el despliegue de militares en las calles para contener la rebelión venidera. Los eurócratas están completamente conscientes de la inevitabilidad de la salida griega del euro, y han comenzado a ultimar planes para resistir la ola. El líder de SYRIZA, Tsipras, también es consciente de ello, y ha utilizado la amenaza del efecto dominó para conseguir eventuales concesiones de Alemania y Francia.
El avance de la izquierda radical no es la única consecuencia del desastre económico europeo. Al igual que en la década del treinta, el fascismo está calando hondo entre las masas empobrecidas y que desconfían de la política tradicional. Aurora Dorada, el partido neofascista griego, obtuvo un histórico 7% y, por primera vez, 21 escaños en el parlamento. Aurora Dorada propone construir un muro en la frontera con Turquía para frenar la inmigración y eliminar a los “traidores”. Ha estado involucrado en agresiones a inmigrantes y, se rumorea, es financiada por la policía griega (de manera alarmante, en algunos de los colegios electorales de la policía, la agrupación obtuvo más del 25%).
Como sea, Grecia es ya un cóctel explosivo presto para sembrar el caos en la eurozona y el mundo entero. Y si bien las consecuencias pueden ser devastadoras en lo económico y lo social, es precisamente en momentos como este que emerge la oportunidad de caminar hacia un nuevo paradigma. El avance de SYRIZA en Grecia refleja la vigencia y la necesidad de construir alternativas desde la izquierda en este mundo convulsionado.
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