miércoles, 20 de junio de 2012

Entrevista a Víctor Hugo, Che de los Gays: “Queremos transformaciones al neolibe­ralismo, no aceptamos el neoliberalismo. Falta una identidad de clase en el movi­miento homosexual”



Por Pía Muñoz.

Víctor Hugo, periodista e integrante activo del Movimiento LGTB (Lesbianas, Gays, Trans y Bisexuales) y autor del libro “Bandera Hueca”, un recuento histórico de los ya casi 40 años en los que el Movimiento LGTB se ha ido abriendo pasó en la conservadora sociedad chilena. A raíz de esto, quisimos recoger su opinión en relación a la composi­ción, demandas, debilidades y proyecciones de este sector social. 


¿Cuáles son las demandas que están vigentes para este año dentro del movimiento gay, y cuáles son las que van a proyectar? 

Lo primero que diría, es que no hablaría de “movimiento gay”, sino que hablaría de “movimiento de la diver­sidad sexual”, en contraposición tam­bién al “movimiento de la disidencia sexual”. Si bien existe una “hegemonía gay”, manifestada en una hegemonía masculina, joven, de clase media alta, que intenta imponer una agenda. Hay también otras miradas, otras esquinas por decirlo así, otras aguas que corren en ríos paralelos, que son las miradas del mundo lésbico, la realidad de las compañeras ‘trans’, de los compañe­ros ‘trans’ masculinos, la realidad del mundo bisexual, por ejemplo, que es bastante desconocida, que no se asume, que no se conoce… 

Que no tienen demandas pro­pias… 

Tiene demandas propias, pero no han tenido la cabida, ni han tenido la visibilidad que tiene, lo que yo llamo, la hegemonía gay; que son todas las organizaciones de gays masculinos más tradicionales, como sería el MO­VILH, por ejemplo, con su presidente eterno, una especie como de dictador­cillo homosexual, Rolando Jiménez, y ahora con la aparición de la Fundación Iguales que de algún modo, le vendría a hacer el peso al MOVILH, pero com­plejizando un poco más la escena e integrando temas nuevos, novedosos e interesantes, que es el tema de clase social. Porque ellos instalan el tema de la igualdad, cuando efectivamente no somos todos iguales. Los homosexu­ales pobres no somos iguales a los homosexuales ricos, las lesbianas no son iguales a los homosexuales mas­culinos. Entonces, si me preguntas por las perspectivas, yo diría que es un es­cenario complejo, sin embargo, es un escenario promisorio en el sentido de que se van avanzando en ciertas con­quistas…más bien simbólicas. En lo que se ha avanzado, desde la primera manifestación, desde la primera pro­testa homosexual, que como lo señalo en el libro “Bandera Hueca”, ocurrió en el año 73’, en plena Unidad Popular de Salvador Allende, cuando la de­manda sexual, de la libertad sexual, no era una demanda ni siquiera pen­sada, no existía. La homofobia era una situación reinante y poderosa, no solo respecto de la derecha, sino también que de la izquierda, es decir, se acu­saban entre ellos, usando ‘el maricón’ para descalificarse mutuamente. Si uno toma como ejemplo, esa primera manifestación en la Plaza de Armas, el 22 de abril, con 15 locas, travestis, pobres, ejerciendo la prostitución y lo traslada a las casi 50 mil personas que marchan en septiembre para la marcha de la diversidad sexual, o del orgullo o como quiera que se le llame, uno ve que hay una trasformación no sólo en términos de la cantidad de personas que participan, sino que de personas que están mucho más empoderadas respecto de lo que son, como perso­nas, de sus derechos sexuales. Una sociedad civil mucho más informada, un tema que se ha ido incorporando y se ha ido colando y que como bien lo dice el subtitulo se su revista, ha ido de algún modo socavando el sistema heterosexual. 

Si lo ponemos en un caso concreto, referido al Proyec­to de Acuerdo de Vida en Pareja, en algún momento y a corto plazo ¿Es realmente un cambio para la vida de las personas homosexuales en este momento? 

Yo creo que es un cambio en lo sim­bólico, pero no va a ser un cambio real, primero porque si esa ley se aprueba va a ser por supuesto, una ley de segunda categoría. El matrimo­nio heterosexual no se socava, sigue siendo la institución básica de patriar­cado, de la institución heterosexual, de la familia heterosexual, reconocida como familia legítima, como familia po­sible, como familia feliz. Como decía el Papa el otro día, “la única familia posible, legítima, natural, es la familia heterosexual”, digamos, la concepción de un hijo entre un hombre y una mu­jer. Todos los parentescos que ocurran fuera de lo heterosexual es antinatural, ilegitimo y está destinado a una supu­esta infelicidad. Entonces, claro, yo no estoy en contra del desarrollo de esas leyes, porque a mí me parece que es interesante que el debate ocurra, que esos proyectos de ley avancen. Sin embargo a uno, como homosexual revolucionario, como homosexual an­arquista, de izquierda, le gustaría que esas leyes fuesen mucho más avan­zadas, mucho más profundas. Primero preguntarse por ejemplo, cuando en el mundo existe un cuestionamiento respecto del matrimonio, cuando to­dos los índices, todas las estadísticas, señalan que la gente ya no se casa, sino que más bien se divorcia, ¿Por qué los homosexuales buscan casarse ahora? Sería interesante plantear ese debate. Ahora, bueno, si uno responde esa pregunta diría que los homosexu­ales, lesbianas y trans debieran tener todos los derechos que tienen todas las otras personas, porque no hay nin­guna razón para no tenerlos y/o ejer­cerlos si así lo estiman… 

En relación con las deman­das, estuvimos el otro día conversando con la SESE­GEN (Secretaría de Sexuali­dad y Géneros) que funciona en la facultad de Filosofía y Humanidades en la Univer­sidad de Chile, quienes plan­tean una línea que comienza a integrar las demandas de género, de identidad de gé­nero, con las luchas revolu­cionarias y con otro tipo de demandas de transformación social más profundas. Enfo­cado esto a el Proyecto de Acuerdo de Vida en Pareja y a organizaciones como la Fun­dación Iguales, que si uno lo analiza en términos ideológi­cos, son demandas muy libe­rales en el fondo y que no van a hacer transformaciones so­ciales, o radicales y como tu bien decías, se basan en un concepto de igualdad, que es un concepto de igualdad muy político o formal, pero no ma­terial… 

Claro, porque uno podría preguntarse, ¿Por qué más bien no socavar la in­stitución matrimonial? ¿Por qué los homosexuales, lesbianas y trans ten­dríamos que…Digamos, homosexu­ales y lesbianas, porque las trans, no está en su imaginario casarse, por ejemplo. Ellas están en otro estado de la causa, peleando primero, por tener trabajo, por tener educación, por tener dinero. Son básicamente los homo­sexuales, varones jóvenes, de clases medias altas los que plantean este tipo de demanda: querer casarse, querer matrimoniarse, formar una familia, una familia normal, tener ciertos derechos económicos, ir al supermercado con el perrito, cuidar una planta, tener animalitos, establecer un cierto tipo de familia... 

Pero ese ideario ¿es trans­versal al Movimiento por la Diversidad Sexual? 

Yo diría que se impone una especie de homonormatividad, de una norma homosexual. Hay muchos de ellos que critican la heteronormatividad, pero nunca se han preguntado sobre la ho­monormatividad. 

Déjame preguntarte sobre la disidencia sexual, ¿Cuál es la diferencia, de que se trata? 

Yo diría que es una profundización, digamos, es ir más allá en las deman­das del movimiento homosexual, en este caso demandas integracionistas que lo que buscan es integrar, que lo que buscan es “normalizar” la sexuali­dad, sino que más bien cuestionar ese orden normal, plantear y replantear de que no somos normales, porque yo no me siento normal, no estoy dentro de la norma, yo no opto por la normali­dad, sino por asumir mi diferencia y el hecho de estar fuera de la norma heterosexual dominante. 

Y tiene que ver con un pelear contra la norma, tiene esa postura?… 

O sea, digamos pelear contra la norma, socavar la norma, socavar el sistema. Por ejemplo, en esta marcha hubo una discusión porque Fundación Iguales junto con otros grupos como MUMS y ACCIONGAY, decidieron llamarle a la marcha: “Marcha por la Diversidad”, borrando la palabra sex­ual de la convocatoria, que podría ser un detalle, pero si uno lo piensa ide­ológica y políticamente es un detalle bastante significativo; porque lo que nosotros hicimos después de 30 años de lucha fue instalar lo sexual como político, el cuerpo, la sexualidad, son las travestis con las tetas, con el es­cándalo de las tetas, y los fotógrafos que las ponen en portada, lo que pro­voca y lo que socava el sistema moral sexual, la sexualidad normal, la sexu­alidad tapada, entonces cuando se habla de la “Marcha de la Diversidad”, es como una marcha sin tetas, sin poto, sin travestis. Bueno, está bien que marchen todos, pero todos por la senda de la libertad sexual, tienen que ser marchas con apellido, no sólo con nombre. Allí tú te das cuenta de las prácticas higiénicas, normalizadoras de las “igualadas”, como las llamo yo, que vacían ideológicamente nuestras demandas de emancipación sexual, política y cultural. 

Tú, desde el sector de la Iz­quierda dentro del movimien­to LGTB ¿Ves que haya algún sentimiento de clase desar­rollado o es simplemente una demanda que va por lo sexu­al y no apuesta por transfor­maciones un poco mayores? 

Yo apuesto a transformaciones may­ores, yo no solo apuesto a un cierto tipo de leyes sino a también a la trans­formación de la Constitución Política, por ejemplo… 

También tiene que ver con que no son solo eso, son es­tudiantes, son trabajadores, son ciudadanos… 

Somos pobres también, queremos transformaciones al neoliberalismo, no aceptamos el neoliberalismo. Falta una identidad de clase en el movimien­to homosexual, una identidad política, de clase, de género. No solo la reivin­dicación de una transformación legal, sino que transformaciones sistémicas, y sentir que el movimiento LGTB, que es un movimiento amplio, diverso, pero que debe integrarse al movimien­to social popular. Por eso, los historia­dores, los analistas, cuando hablan del movimiento social no ven a los homo­sexuales como parte del movimiento social, ven a los pobladores, a los ma­puches, a los sin casa, a los jóvenes, a los estudiantes… y los gays, lesbianas y trans no existen, pero no solo por la miopía de los historiadores, sino que también porque nosotros no hemos sido capaces de hacernos visibles, de solidarizar, y capaces de entrecruzar­nos con esas demandas más amplias del movimiento social que también son nuestras luchas. 

¿Pero esto está desarrollado dentro del movimiento? 

No, porque no son discusiones del movimiento homosexual, por ejemplo, la Asamblea Constituyente no es un tema que al movimiento homosexual le importe, le interese, pero debiese importarle e interesarle. No solo la modificación de una ley específica, por ejemplo la ley que castiga las ofensas al pudor y las buenas costumbres, que me parece bienvenido y legítimo protestar por la abolición de esa ley, pero yo apostaría por el cambio de Constitución, que son cambios de transformación estructural. Yo creo y sospecho que es así, porque las prác­ticas y políticas del movimiento LGTB hegemónico apuesta por mantener el sistema, ir acomodándose y ad­ecuándose al sistema e ir tras peque­ñas conquistas, pero no socavando el sistema, ir instalando pequeñas banderitas, pero no una bandera de transformación social, sexual. Yo creo que es grave que se elimine la palabra sexual de las marchas, porque lo que uno debiese buscar es ir más allá, in­cluso, de la marcha del orgullo, de la diversidad sexual, sino que organizar la marcha por las libertades sexuales donde todos se incluyan. Todos somos sexuales. Entonces me parece que hay una mirada cortoplacista, acomo­dada de lo que es la política y que de algún modo pone en contradicción a los grupos LGTB… 

¿Qué es lo más urgente para el movimiento homosexual y de la diversidad sexual en este año? 

Bueno, lo más urgente es profundizar y sacar adelante la ley antidiscriminación, que es una ley que ha avanzado, que presentó el presidente Ricardo Lagos el 2005, pero sin embargo un proyecto de ley que ha sido descuartizado. Es una ley muy básica, hay que profundizarla. Yo estuve ahora en Buenos Aires y me di cuenta del trabajo pionero que tienen ellos, por ejemplo con el INADI, que es el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Rac­ismo, que es una institución del Estado Argentino y que tiene sedes en todo el país. Entonces es impactante!… Tengo una amiga travesti, que trabaja en el instituto como funcionaria, con otros travestis, con otros gays, y tú ves la participación activa, tú ves a los grupos distintos, diferentes, que están trabajando y son parte de las políticas del Estado. Desgraciadamente esta ley contra la discriminación en Chile ni siquiera establece eso, que sería lo más importante, una institución estatal que promoviera la no discriminación a través de la educación, por ejemplo, que ha sido el gran tema del último tiempo. Así como está la ley ahora no se va a promover nada, lo único que busca esta ley es castigar a quien haya discriminado a alguien pero tendría que determinarlo un juez, eso pasaría por tribunales. Recientemente un joven homosexual fue atacado por un grupo de neonazi y la no existencia de una ley anti discriminación eficaz pone en tela de juicio el compromiso democrático de nuestros parlamen­tarios y del Estado de Chile con todos sus ciudadanos y ciudadanas... 

Una última pregunta, ¿hay algunas proyecciones de or­ganizar el movimiento homo­sexual en una única orgáni­ca? 

Mira, yo sospecho de esas confedera­ciones, así como a lo argentino o a lo español, donde tú intentas meterlos a todos en un mismo saco. Porque si los metes a todos, siempre va a quedar alguno afuera, algún grupo u organización afuera, que si hacen eso, yo también me quedaría afuera. A mí me parece más interesante el “afuera” que el “adentro”, es decir, el que plan­tea una disidencia, una tensión, una crítica, me parece más interesante que los 20 o 30 que se ponen de acuerdo respecto de algo. Me parece legítimo que lo logren y que lo conquisten, los aplaudo. Pero a mí me interesan más esas pequeñas disidencias, esos pequeños grupos, esas pequeñas tensiones, porque le van dando ritmo también, de algún modo, al desarrollo político del movimiento homosexual. Digamos, el movimiento de liberación y de disidencia sexual no solo tiene conquistas porque se reunió con el parlamentario, el presidente, se sacó la foto en La Moneda, sino que tam­bién porque plantea debate, plantea contorsiones, tensiones, y a esas ten­siones hay que ponerle ojo, hay que profundizarlas, hay que ponerle más elementos y hay que permitirlas tam­bién, porque si no permitimos el de­bate no existe democracia... El primer paso es aceptarnos entre nosotros, respetarnos entre nosotros, querernos entre nosotros. La comunidad existe cuando respetamos nuestras dife­rencias, porque yo no tengo ninguna diferencia personal ni con Jiménez, ni con Simonetti, yo tengo diferencias políticas y muchas de ellas radicales. Lo que ellos hagan, personal, en la cama, es cosa de ellos. Son diferen­cias políticas, y en la política esas dife­rencias hay que respetarlas y también hay que darle la bienvenida... 

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